Cómo hemos visto en los últimos artículos del blog, las emociones son una fuente de información real de la que partimos y poseemos. El conflicto y el malestar aparecen cuando se quieren obviar estas emociones. En los próximos artículos os mostraremos algunos ejemplos de malestares, llegando incluso a la enfermedad, cuando se pretenden obviar dichas emociones.

En esta ocasión os hablamos de los trastornos alimentarios, en cualquiera de sus formas: anorexia, bulimia y obesidad.

Normalmente la intervención en estos casos es básicamente haciendo terapia emocional y, en algunos casos, tratamiento psiquiátrico, dependiendo de la gravedad del caso.

Un trastorno alimentario se da cuando el individuo, por la razón que sea (miedo, vergüenza, impotencia, etc.) no puede o no sabe expresar qué siente, qué quiere y/o qué necesita. A veces el motivo, entre varios posibles, es porque no se corresponde con la línea familiar o se sabe que no es aceptado porque no responde a los patrones familiares. En cualquier caso, no hay una respuesta a la necesidad y emociones que experimentamos y aparece el malestar.

Para explicarlo mejor, un ejemplo simplificado y basado en un caso real es, una hija a la que llamaremos María, de 22 años que tiene las necesidades propias de su edad: salir, ir a la discoteca, conocer chicos, estar con las amistades, programar salidas de fin de semana, excursiones, etc. La madre de María es controladora, absorbente y limitadora, y el padre no está nada implicado en la vida de su hija. María necesita y quiere dar respuesta a las necesidades que tiene en esta edad, como ser humano evolutivo es básico que pueda responder de forma sana y saludable. Mientras, su madre, que aún no ha aceptado el crecimiento de su hija, sigue tratándola como cuando tenía 10-12 años, incluso delante de sus amigos y en el trabajo (un supermercado) con sus compañeros. María entra en conflicto porque si le dice algo a la madre siente que la está defraudando y la madre lo interpreta como que la hija le rechaza y ya no la quiere. Delante de esta situación, María decide no actuar y obedecer a la madre para evitar el conflicto. Pero su conflicto interno crece y empieza a florecer en forma de bulimia; rechazando las comidas de su madre, su cuidado y atención. Esto sigue así hasta que el trastorno toma un papel protagonista en la vida de María y tiene que hacer un ingreso hospitalario para solucionar el problema. La intervención terapéutica consiste en facilitar que María tome distancia de la madre, ofrecerle recursos y estrategias para que pueda dar respuesta a sus necesidades y emociones sin sentirse mal y trabajar con los padres; la madre para que cambie sus conductas absorbentes y acepte que su hija creció y el padre se implique más en todo el proceso.

Para que María pueda superar su trastorno, toda la familia debe aprender a reconocer y gestionar sus emociones. Los terapeutas estamos a su lado para ayudarles a evolucionar y crecer juntos.