Hace casi dos meses, de repente, tuvimos que quedarnos en casa y adaptarnos a una nueva situación, ya que un peligro, en forma de virus, acechaba  las calles.

Durante este tiempo, nuestra casa se ha convertido en el refugio donde nos hemos sentido protegidos y seguros. 

Ahora, llega el momento de cambiar, otra vez, y empezar a readaptarnos a un nuevo territorio que será distinto al que conocíamos.

Ante este nuevo horizonte, cada persona lo vivirá y gestionará de modo diferente.

En Kinderapia, estamos viendo que algunas personas están empezando a vivir este desconfinamiento con miedo y, por eso, vamos a hablar en este artículo de él.

El miedo es una emoción básica. Las emociones son las respuestas que tiene el individuo  frente a la percepción de un estimulo  externo.  

El miedo es la emoción más antigua y primordial en el ser humano.

El miedo es funcional y necesario , nos alerta frente a un peligro,  una amenaza, nos ayuda a ser prudentes. Y el momento como el que estamos viviendo es lógico y humano estar temeroso

Pero un miedo llevado al extremo nos bloqueará y  puede llegar a ser invalidante, como sería el no querer salir de casa. 

Éste no querer salir de casa, para evitar enfrentarnos a nuestro miedo, con el tiempo provocaría una fobia, en el caso que nos ocupa estaríamos hablando de  agorafobia, que

tiene tratamiento y con resultados excelentes a través de la  Terapia Breve Estratégica.

Podemos evitar llegar a esta situación aceptando que hay cosas que se escapan de nuestro control. Evidentemente, nos enfrentamos a una vida distinta a la que teníamos hace dos meses y  tendremos que adaptar medidas preventivas importantes para nuestra salud, en nuestro día a día, pero que, poco a poco, nos iremos habituando. Estamos frente una situación desconocida, nueva y que produce incertidumbre, es totalmente normal. 

Ante esta nueva vida distinta, cada uno de nosotros nos iremos incorporando de manera diferente, pero dentro de lo posible intentad hacerlo con calma, sin sentirse presionado, respetando que cada uno lo haga a su ritmo. 

 Es importante también, no transmitir miedo a los nuestros, especialmente a los niños. A veces, las emociones pueden  ser “contagiosas” y si nos mostramos extremadamente estresados o nerviosos, al final, la gente que tengamos cercana acabará estándolo. Por lo tanto, adoptando una actitud más calmada y serena nos estaremos ayudando a nosotros mismos y a nuestro circulo más próximo.

Ya los antiguos sumerios tenían un lema, el miedo mirado a la cara se transforma en coraje, el miedo evitado se convierte en temor- pánico.

Tenedlo en cuenta.