Muchos autores especialistas en la educación y en la psicología infantil afirman que si sabemos recompensar a los niños y si sabemos cómo y cuándo premiar su conducta, habremos ganado ya el 90% de la batalla de la educación. Una de las características más importantes de aquellos padres que tienen éxito en su labor como educadores es que emplean frecuentemente refuerzos para recompensar y motivar la conducta del niño. No obstante, la mayoría de padres tiene un concepto erróneo de recompensar a sus niños, dejando de lado aquellos refuerzos más importantes: el tiempo y el cariño.

¿Qué significa reforzar una conducta?

Reforzar un comportamiento en un niño significa recompensar o dar algo valioso después de que realice un acción. Cada vez que el niño se siente recompensado, unas neuronas situadas en la región del cerebro que controla la motivación, segregan una sustancia que conocemos como “dopamina”. La dopamina permite que el cerebro del niño asocie la conducta realizada con una sensación de satisfacción.

¿Cómo reforzar?

Las recompensas pueden ser materiales o de carácter socioemocional. Es decir, se puede reforzar una conducta positiva mediante un juguete, un caramelo, un abrazo o unas felicitaciones. Los refuerzos materiales son menos gratificantes y menos efectivos que los socioemocionales. Esto se debe a que el cerebro asocia mejor los grupos de neuronas que están próximos: un niño asocia mejor una conducta social con otra conducta social, que una conducta social con un objeto material. Por ello, un niño preferirá como recompensa una batalla de almohadas o jugar a las escondidas que un juguete nuevo. Así pues, existen diversas maneras de recompensar a nuestros pequeños de manera social o emocional, dependiendo a sus gustos y preferencias: agradeciéndoles, felicitándolos, dándoles un pequeño privilegio, jugando el juego que más les gusta, entre otros. 

¿Cuándo debo reforzar?

En primer lugar, es importante conocer que los refuerzos deben darse después de que el niño haya hecho algo valioso (“Has guardado todos tus juguetes, por lo que esta noche te contaré el cuento que más te gusta”) y no antes (“Si guardas todos tus juguetes, leemos el cuento que más te gusta”).

Además de ello, debemos reforzar:

  • Cuando sea necesario: las palabras de reconocimiento pueden perder valor si las repetimos en exceso. 
  • Inmediatamente: cuanto más cerca a la conducta esté la recompensa, más efectiva es.
  • A plazos: cuando no se puede reforzar inmediatamente, se puede poner una carita feliz cuando llegue a casa o al finalizar el día, y luego brindarle la recompensa.
  • Cuando el niño lo haga mejor: es importante valorar siempre los progresos en su comportamiento y también la intención de cambiar y mejorar.