En muchas ocasiones cuando los niños sufren algún cambio en sus vidas o se presentan situaciones estresantes, es posible que actúen con comportamientos infantiles, comportamientos que ya se habían superado anteriormente. En estos casos es importante entender que ha pasado para entender el retroceso, conocido como regresión.

¿Qué es una regresión?

En psicología, la regresión es un concepto que se refiere a la realización de conductas que, por el marco evolutivo y del desarrollo del individuo, ya se habían superado. Es decir, comportarse de forma infantil teniendo una edad que no corresponde con dichas conductas. En sí, son estrategias destinadas a proteger nuestro organismo de aquello que nos parece demasiado doloroso o inaceptable y tratar de disminuir la intensidad de cualquier sentimiento negativo, desagradable o amenazante.

 

¿Cuál puede ser la causa de la regresión?

Normalmente se producen cuando el niño ha sufrido un gran cambio en su vida, ya sea por empezar el curso preescolar, el nacimiento de un nuevo hermano, un acontecimiento en la situación familiar, etc.

Es decir, un estresor ambiental que signifique un gran cambio para él. Éste depende de cada uno y no tiene por qué suponer algo complicado para un adulto, pero, dependiendo de las habilidades de afrontamiento y de adaptación del niño, sí puede suponer un problema para él.

 

¿Cómo tratamos estas conductas?

Lo primero es entender lo que ocurre, ya que cada situación será diferente, y hay que comprender muy bien lo que le esta pasando. Es un proceso normal, ya que es una respuesta evolutiva que tiene que ver con un momento nuevo y extraño de su vida.

Es importante, no recriminar, ni mencionar frases como ‘¿no eres mayor para comportarte así?’ o ‘¿eres un bebé?’, ya que únicamente funcionará como un castigo y puede fomentar que la regresión se alargue innecesariamente.

Por otro lado, es muy importante no reforzar estas conductas, ni tampoco ser premiadas, ni atendidas. Muchas veces, al no atender estas conductas, desaparecen espontáneamente. A pesar de que la regresión ayuda a reducir los niveles de estrés, un uso habitual y prolongado de este mecanismo de defensa puede traer problemas de ajuste en la vida cotidiana. Por ello, si la situación supone un gran cambio en el niño o la familia o si se cronifica, es recomendable solicitar ayuda profesional.