La dislexia es un trastorno del aprendizaje que se manifiesta a través de dificultades de la lectoescritura. Se trata de una alteración del neurodesarrollo de carácter persistente y específico y se da en niños/as sin ningún hándicap físico, psíquico ni sociocultural.

 

La dislexia engloba dificultades en el procesamiento fonológico, auditivo, visual, memoria de trabajo, velocidad de procesamiento y alteraciones espacio-temporales. Dichas dificultades pueden ser más o menos específicas según cada caso, implicando dificultades de comprensión, dificultades en la ortografía, en el cálculo, en el conocimiento sintáctico…

 

Las efectos colaterales evidentes de estas dificultades son muy variados y se pueden observar generalmente como:

 

  • Desinterés por el estudio
  • Calificaciones escolares bajas
  • Baja autoestima
  • Inseguridad
  • Inadaptación escolar
  • Marginación del grupo de compañeros

 

Estas dificultades suelen diagnosticarse en los primeros años de educación primaria, donde la lectoescritura gana un papel importante en los aprendizajes escolares. Si bien muchas veces estas dificultades pueden intuirse y hacerse evidentes ya en los primeros años de vida, antes de los 6-7 años.

 

Por ello es muy importante la detección temprana de las dificultades de la lectoescritura, ya que una correcta estimulación del lenguaje, ayuda enormemente a una mejor adaptación escolar.

 

Posibles síntomas de alarma en edad temprana (antes de los 6-7 años):

 

  • Retraso en el desarrollo del habla
  • Dificultades para articular o pronunciar palabras
  • Inmadurez para conocer las partes de su cuerpo, confusión de la localización de las partes corporales y/o las nociones espaciales-temporales.
  • Dificultades para memorizar los números, el abecedario, los días de la semana, los colores, las formas…
  • Dificultades expresivas
  • Dificultad para identificar las letras
  • Dificultad para identificar los sonidos asociados a las letras
  • Lectura en espejo
  • Historia familiar de problemas de lectoescritura
  • Dificultades para seguir instrucciones y aprender rutinas
  • Inmadurez a nivel de motricidad fina
  • Aparición de conductas problemáticas en sus habilidades sociales, debido a las dificultades en el lenguaje

 

Si bien todas estos síntomas pueden llegar a estancarse y conjuntamente evolucionar hacia una dificultad de la lectoescritura, hay que ser cauteloso y evaluar todas las facetas del niño/a en conjunto para descartar otras posibles dificultades que interfieran en su desarrollo, ya sean alteraciones físicas, psíquicas, emocionales o factores ambientales. Por ello es muy importante la implicación y participación activa de la familia y todo su entorno.

 

Del mismo modo, es importante no ‘’etiquetar’’ precozmente, sino hacer un seguimiento y/o diagnostico funcional y actuar en consecuencia, con una intervención en estimulación específica para sus dificultades actuales, teniendo en cuenta todas sus fortalezas. De este modo, se pretende ayudar al niño/a a crecer de forma armónica y en consonancia a su grupo de edad, intentando mejorar sus dificultades y mejorar su adaptación escolar.

 

Marian Obrador Mas